Apreciar el cambio y la diversidad

Sugerencia de escritura del día
¿Cuál es tu estación favorita del año? ¿Por qué?

Si me hubieran hecho esta misma pregunta hace unos años, habría respondido sin dudar que el verano, pero ahora ya no estoy tan segura. Es más, creo que me gustan todas, cada una en su momento, con sus pros y contras, y en su justa medida. Tal vez, lo que de verdad me gusta, sea el cíclico cambio entre ellas.

Es cierto, antes el verano era mi momento favorito del año, me encantaba. Y, en muchos sentidos, todavía me encanta, con sus días tan largos y luminosos, el calorcito -que, vale, a veces, es calorazo, pero me resulta más soportable que el frío-, poder ir a la playa, disfrutar de las noches estrelladas…

Pero, de un tiempo a esta parte, me he dado cuenta de que todas estaciones me gustan por igual, eso sí, cada una en su momento. El otoño, que para mí es sinónimo de vuelta al colegio, tiene un encanto especial, que me anima a recogerme, a disfrutar de estar en casa, con una buena taza de té y un buen libro. Me gustan sus festividades, y no hablo solo de Halloween y el día de todos los santos, aquí también se celebra el día de las vírgenes, que sí, que suena a machista y pasado de moda, pero, en su contexto, tiene su gracia, y, muy en especial, sus dulces típicos, que me recuerdan al hogar, a mi abuela, a la infancia.

¿Y qué decir del invierno? Las tardes frías de mantita y ordenador -o peli, o libro, aquí, cada una, que ocupe el tiempo como quiera-, los jerseis gorditos y enormes, capaces de abrigarte hasta el alma, las noches larguísimas, las chimeneas, a veces, la nieve, y sí, aquí también, las fiestas. Y no, no me refiero a la navidad, o no únicamente. Aquí en enero celebramos San Antonio, con bailes de demonios alrededor del fuego, canciones de siega, capaces de transportarte a otro tiempo y, casi, otro espacio, y, sí, también su comida típica…

Y, claro, la primavera, cómo no me va a gustar que, cuando ya estás de invierno y frío hasta el moño, los días lentamente se alarguen, las temperaturas bajen, la naturaleza reviva y resurja el verde y, con él, todos los colores.

Cada estación tiene un color, un olor y, sí, también un momento, por supuesto. Cada una me evoca un estado de ánimo y casi una forma de ser y de estar en el mundo. Todas tienen su cosas buenas y malas, su magia especial y hasta su mensaje, que cada año nos repiten, por si acaso, de tanto girar alrededor del sol, se nos ha olvidado. Siendo esto así, por qué escoger solo una, pudiendo gozar igual de las cuatro. Quizás, más que una estación u otra, lo que realmente me gusta es que haya estaciones.

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Nota a mí misma: A ver si soy capaz, en adelante, de relacionar los posts sobre la pregunta del día con la escritura, que es el tema del blog. Hay que ver que con el de hoy era fácil… Pero no, me doy cuenta cuando ya lo he escrito…

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