Vuelvo.
No sé cómo, pero vuelvo.
Hoy, que caen lágrimas del cielo
y que septiembre me sabe a febrero,
Vuelvo, porque el dolor también es físico ahora.
O porque este cuerpo retorcido, casi inmóvil,
empuja a mi alma a volver,
arrastrándose,
deshecha,
perdida,
al refugio de la palabra
—el único que le queda—.





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