¡Esto sí que es fácil! Si el dinero no importase el primer empleo que querría desempeñar, es, cómo no, dedicarme a la escritura de novelas, cuentos, relatos… Escribir cualquier cosa que se me pasara por la cabeza, sin más motivación que la apetencia. El segundo empleo, para mí, muy relacionado, sería la investigación académica, eso sí, sobre un tema en concreto: mitología y literatura. O, mejor dicho, el papel de la mitología en la creación literaria. El tercero, muy en línea con los anteriores, si pensamos que el centro de ambos es la creación de historias, sería guionista. Al final, se mire como se mire, todo lo que me interesa está relacionado con el arte de contar historias
Pero el dinero importa…
Por eso, empecé trabajando en periodismo. El mundo de la comunicación era lo más parecido que se me ocurría a dedicarme a escribir y contar historias. La realidad fue muy distinta de lo que imaginaba y rápidamente acabé quemada y deprimida. Dicen que el burnout es la causa oculta detrás de muchos problemas de salud. Y me lo creo, porque justo tras esa etapa, que no puedo calificar con ningún apelativo amable, empezaron mis problemas físicos y, casi de inmediato después, los problemas vasculares y cardíacos. Tenía unos 30 años cuando todo empezó y mi estado físico era, supuestamente, bueno. Así qué, quién sabe: puede, o no, que haya relación entre ambas cosas.
Y la salud también
En vista de los problemas de salud y el estrés que conllevaba trabajar en el mundo de la comunicación, decidí darle un vuelco a mi vida y dedicarme a la enseñanza. Por supuesto, en ese momento podría haber optado por seguir el camino de la escritura o el de la investigación académica. Pero, no me atreví. Quizás porque, sí, el dinero importa y ninguno de esos dos caminos parece conducir a la estabilidad económica que necesitaba entonces. O, tal vez, fuera porque en ese momento toda mi valentía estaba puesta en aprender a vivir con mi nueva situación.
Encontrar el equilibrio entre dinero, salud y vocación
Solo ahora, que mi vida más o menos se ha estabilizado, me atrevo a volver a soñar con escribir y hacer de ello mi ocupación principal. Porque sí, la salud física importa, pero la salud mental también. Y, seamos sinceros, mi trabajo como profe de español para extranjeros es maravilloso, pero vivo con la aplastante sensación de estar traicionándome por no hacer aquello que verdaderamente amo. O, al menos, no hacerlo con la intensidad que merece. Y, quizás, el secreto radique en encontrar un equilibrio entre dinero, salud y vocación, sin dar más importancia a una cosa que a otra y, sobre todo, sin dejar ninguna de lado.
El amor y el destino tienen la última palabra
Aunque, por supuesto, siempre queda el sueño de poder dedicarse en exclusiva a aquello que más deseamos. Eso que haríamos —y que muchos hacemos— a cambio de absolutamente nada más que el placer de hacerlo. A ese sueño, os lo aseguro, no estoy dispuesta a renunciar. En especial, porque estoy firmemente convencida de que cuando tienes una vocación —una llamada— y amas lo suficiente lo que sea que te atrae de tal manera, es porque, realmente, estás destinado a ello.
Y aquí estoy, a la espera de que el amor por mi vocación me lleve a mi destino.
Mientras tanto, ¿qué tal si me cuentas cuál es tu sueño imposible?





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