Mi pasión es escribir, de eso no hay duda. Pero decirlo así me sabe a poco porque escribir es mucho más que juntar letras para convertirlas en palabras, frases, párrafos… Escribir es meterte en la piel de personajes que, a menudo, poco o nada tienen que ver contigo y es vivir situaciones que, probablemente, jamás vivirás en tu realidad. Pero, hasta ahí, aunque con mayor intensidad, la experiencia es similar a la de leer.
Lo mejor de escribir, no obstante, no se parece a nada más, ni a la lectura, ni a ver cine o jugar a un videojuego. Lo más parecido es, en todo caso, el juego de los niños, en el que con una sola frase se altera la realidad para que, por ejemplo, de pronto, el suelo sea de lava. Porque lo mejor de escribir es crear mundos e, incluso, universos enteros.
A veces pienso que cuando algún libro sagrado dice que un dios nos creó a su imagen y semejanza, se refiere a eso, a que, al igual que esos dioses creadores, también nosotros somos capaces de crear realidades enteras gracias a las palabras.
Y eso de crear mundos y ponerlo en funcionamiento es, creedme, muy adictivo. Tanto que, más que una pasión, es pura necesidad. Una vez que lo has probado, nada es capaz de igualar el placer (qué proporciona). Qué digo, placer, es mucho, mucho más que placer, es plenitud, absoluta satisfacción o goce sin fin. Éxtasis.
Claro que, ese Éxtasis, así, con mayúscula, no se extiende a toda la experiencia, y, como en todo proceso, en el creativo también hay altibajos, y si las cimas conducen al éxtasis, imagina a dónde pueden llevarte las profundas fosas. Al menos, y eso es bueno, tanto cimas como fosas son escasas y la mayor parte del trayecto transcurre por llanuras, ahora en verdes valles fluviales, ahora en desérticos parajes, intercalados por bosques o matorrales, más o menos empinados.
Sea como sea, no lo cambio por nada, ni siquiera cuando me he visto atrapada en una sima a la que a duras penas llega la luz y de la que no parece haber salida. Siempre, siempre, crear mundos – y universos-, personajes, historias es lo que más anhela mi alma.
Supongo que todo esto puede resumirse diciendo que escribir es mi pasión.





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